jueves, 2 de abril de 2009

Galtieri, Videla y Alfonsín eran compañeros de colegio.

Hace unos días, en el almuerzo, dije algo en voz alta: "Tengo ganas de que pase algo". Algo que se dé hoy y cambie la historia para siempre. Algo que se dé hoy, y que yo pueda ser testigo de ello.

Raúl Ricardo Alfonsín fué el primer votos de mis papás. Y de muchas otras personas que también fueron testigos de otros sucesos históricos. Debo remarcar, que quizás demasiados... teniendo en cuenta lo efímero que resulta ser el tiempo de vida de un ser humano en un período histórico.
Después de épocas muy duras, el sólo hecho de poder votar significaba un cambio muy grande, el paso de una época oscura, en la que los derechos humanos eran simplificados a un par de líneas en un papel, a una época de libertad, de justicia, de elecciones. Poder votar significaba no más censura, no más torturas, no más desapariciones. Poder elegir qué camino seguir, poder ser y estar.
RaúL Alfonsín no fué mi primer voto.No pude ver su asunción como presidente desde la plaza. No pude amargarme con las revueltas de los malditos carapintadas.
Sin embargo, hoy fuí testigo de algo muy importante: Pude ver por televisión, con mis 21 años, "representativos" de una generación totalmente distinta, a más de 30.000 personas despedirse de alguien a quien quizás, muchos no supieron valorar en su momento.
Vi el adios a una persona que a pesar de tener tanto poder en sus manos, supo mantener la integridad, la ética y los valores más importantes intactos, que dió trabajo y esperanza a tantas personas y que tuvo el coraje de realizar un "Nüremberg argentino" sin vergüenzas.
Hoy, después de haber pasado por una cantidad ridícula de presidentes, de crisis, de robos descarados, los argentinos valoran lo que tuvieron. Después de Menem, Duhalde y tantos otros, aprendemos a valorar. No hay peor amargura que saber que lo que alguna vez fué bueno y se tuvo, ahora ya no se tiene y se añora.
No pretendo idealizar a un hombre que hizo lo que pudo. No fué discipulo de los marines en la Escuela de las Américas en Panamá como Videla, Galtieri o Rico (que hoy niega lo sucedido y pretende ser político) ni se dejó maravillar por el armamento bélico de una nación hegemónica, pero supo aprovecha la oportunidad para instalar los principios de una democracia que se mantiene viva hasta el dia de hoy.
Si Alfonsín no pudo terminar su mandato, fué porque finalmente, con la crecida irreversible del capitalismo, Estados Unidos entendió que el dominio ya no se conseguía a través de unos cuántos militares de unas cuántas "republiquetas" dispuestas a servir en una guerra fría, sino que el consumismo era más importante, y que el dominio económico convenía más. Entonces, el FMI se convirtió en el equivalente de la Escuela de las Américas y Alfonsín, un tipo duro de quebrar no encajaba con las características requeridas. Se necesitaba alguien más bruto, alguién de moral y ética flexible, que regale el país y privatice un par de servicios. Y Alfonsín no lo era.
Por eso, valoro estas cosas, la integridad, la honestidad, el diálogo en lugar de la fuerza, el respeto y otras tantas características que no vendrían mal a ninguno de los dirigentes de hoy. Valoro la creencia fiel en el sistema democrático. Y valoro la integridad y la honestidad por sobre todas las cosas.
Amo a mi país, por personas como Alem, Illia, Alfonsin. Un montón de veces, quise mandarme a mudar. Pero como Fede, un amigo dice: "El argentino medio vive con el pasaporte en la mano. Como intuyendo que la posibilidad del exilio está ahí, latente. Creo que mentalmente todos establecemos un límite de tolerancia" Y por eso, yo también moví la línea una vez más: Yo también me voy el día que Tinelli tenga un cargo político. El día en que se olviden todos estos héroes y se caiga en la idiotez absoluta del Prostituyéndose por un sueño.
He dicho.